18 de enero de 2013

El sexismo diluido en nuestra cultura

La infancia


Hasta hace unos meses yo vivía en una ensoñación, con la banda sonora de Los mundos de Yupi resonando en mi mente. Pensando que hoy en día las generaciones de párvulos e infantes eran educadas en completa igualdad independientemente de su condición social. Dejadme soñar, ¿vale? Sabía que la igualdad estaba a años luz de materializarse, pero pensé que al menos se vislumbraba o percibía. En el mundo de los adultos jóvenes me había cerciorado de su inexistencia, no pensé en ese instante que los pequeños aprenden de sus mayores.
Antes de ser lapidada, quiero aclarar que lo que aquí exponga es mi humilde opinión. Es posible que en otro momento o lugar yo haya cometido errores que ahora critico, pero creo que como humana soy capaz de rectificar.

Desde que comparto mi jornada con niños, aprendo casi tanto como ellos día a día. Pero una de las cosas que más me llama la atención, son errores de educación. Sigue habiendo padres que regalan juguetes sexistas a sus hijos, y niños que no quieren divertirse con algunos juegos por considerarlos demasiado femeninos. Es importante no crear esa disparidad, pues les priva de un proceso de experimentación muy enriquecedor. Escuchando frases de los progenitores como "si mis hijos fuesen chicas serían ordenados o no serían violentos" además de fomentar la desigualdad de sexos basándose en creencias arraigadas del pasado, genera que los niños se muestren más violentos y caóticos para no parecerse al sexo opuesto. También deja entrever una falsa justificación paterna al hecho de que sus hijos no se comportan como les gustaría inalterablemente debido a su genero, y si además el padre lo lamenta delante de los niños, envía un mensaje de insatisfacción con ese comportamiento. Lo que puede degenerar en un sentimiento de culpabilidad por el simple hecho de ser un niño y no poder evitarlo.

El otro día una amiga me comentó una conversación que tuvo con los niños a los que cuida. La niña de cinco años le dijo "tú no eres una mujer de verdad porque no tienes un bebé". Dejando a un lado el debate que supone crear una definición real de mujer que no desagrade a nadie (uno de los retos más complicados que me han propuesto y que aún no sé si podría considerar mi respuesta como definitiva), espero que todos tengamos claro que tener hijos, acostarse con un macho, casarse y un sin fin de etcéteras no te hacen mujer.
La frase de la niña me recordó a mi abuela, quien enferma de alzheimer me pregunta constantemente que sin marido ni hijos, ¿qué motivos tengo para estar viva?
A día de hoy, donde las mujeres han luchado y conseguido derechos que hace no tanto se consideraban propios de hombres, observo continuamente en madres treintañeras de centroeuropa unas costumbres patriarcales demasiado acusadas. Amas de casa orgullosas de dedicarse a sus labores mientras sus maridos ponen el pan en la mesa, hacen chistes y bromas sexistas y poseen una vanidad exagerada por considerarse la esposa, madre y mujer florero perfecta.

Ayer los niños me pedían que leyese Blancanieves. La historia de una muchacha cuya mayor virtud era ser la más guapa del reino (incluso su madrastra quiso asesinarla corroída por envidia, hay que ver lo malas que somos las mujeres en los cuentos), que lo único que observamos en ella es que limpia, cocina, canta, mostrándose dócil y amable y que consigue nada menos que casarse con un príncipe. El hecho de que él bese su supuesto cadáver y al instante ella le siga como un cordero sin plantearse conocerle primero o si realmente le gusta, es irrisorio. Si un príncipe te trae de vuelta al mundo de los vivos y te elige como futura esposa, siempre debes mostrar obediencia y devoción.
Evidentemente en los cuentos el sexismo está tan arraigado como la violencia o maldad de los animales.
Un día uno de los niños me comentaba que no quería leer la Sirenita porque era un cuento para niñas. Realmente no sé para quien de los dos sexos es mejor influencia la historia de una sirena que para estar con el hombre al que ama (a pesar de no haberle dirigido nunca la palabra) renuncia a ser quien es, cuanto posee, su cuerpo e incluso su voz. Para que luego resulte que al príncipe ella sin voz no le guste, pero no penseis que es porque eso la dificulta a la hora de expresar sus opiniones, sino porque la chiquilla cantaba como los ángeles.
Pese a todo, ¿los cuentos son malos para los niños? no lo creo. Es importante contarles cuentos con los que aprenden y fomentan amor a la lectura, pero siempre hay que enseñar que solo son eso, ficción. La educación no solo se imparte en el centro escolar.
 Albert Einstein dijo: "Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera."


2 comentarios:

  1. Muy bueno! Es una pena, pero llegar a la igualdad en todos los terrenos que expones es difícil y harán falta varias generaciones más. Hasta los que pensamos que este momento tiene que llegar, tenemos en nuestro subconsciente dogmas que luego rechazamos. Aún así, sigamos por el buen camino e inculquemos esto a las generaciones venideras! :)

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  2. Que ilusión que me comentes Ali! Sí, es una pena pero sigo pensando que con lo mucho que se ha progresado en términos sexistas por ejemplo en España desde 1975, podemos poco a poco ver un cambio predicando con un buen ejemplo. Lo del subconsciente es cierto e inevitable, pero lo importante es darse cuenta, reflexionar e intentar cambiarlo.

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