
Nunca me dirigía la palabra ni clavaba sus ojos en mí. Uno, dos, tres años después iba con dos amigos a su casa de vez en cuando a ver cómo tocaba la guitarra; casi siempre tocaba solo, pero si había suerte estaba con su grupo. Cantaba, bebía, escupía en el suelo y soltaba más palabrotas que versos. Yo me quedaba quietecita en un rincón embelesada con cada movimiento, con cada gesto, con el ritmo y el compás de sus acordes, de su respiración. En ocasiones nos quedábamos solos en esos diez metros cuadrados. Escasos metros que para mí significaban la total proximidad mientras que él se comportaba como si estuviese solo.
Un día dejé de ir a esa casa, pero seguí escuchando día y noche sus maquetas, mi inagotable sed por el rock y el punk no cesó. Me sumergí en espirales de caos, conciertos, pogos, alcohol y ganas de quemar todo a nuestro paso. Conocí a otros guitarristas, bajistas, baterías y cantantes con quienes compartí escepticismo, canciones y sábanas mientras sentía la embriaguez del sueño que aunque no se cumplía, me rozaba con sus dedos. Quemé todos mis cartuchos, corrí sobre cristales, me saturé de codazos en las costillas mientras supuraba rabia y dolor por cada poro.
Y salí con una auténtica estrella del rock. De esas que salen en revistas, firman discos, tienen groupies y llenan salas. Y me enseñó que mi sueño, mi deseo, mi anhelo era erróneo. Que idealizar no era más que eso, que la actitud está sobrevalorada, y por primera vez quise al individuo y no a la estrella.

Buen lavado de cara al blog, está impresionante! y Me dan mucha envidia (de la sana XD) tus regalos de reyes!!! Un besote y feliz año
ResponderEliminarGracias! Lo de los regalos de reyes, ya sabes, queda poco para tu cumple... Seguro que si pides te cae algo. Feliz año, un beso!!
ResponderEliminar