11 de noviembre de 2012

Estrella del Rock & Roll

Siempre quise ser una estrella de rock and roll. Si me hubieras preguntado a los diez años, si lo hubieras hecho, ¿sabes que habría respondido? Coño, tío, lo único que de verdad quiero es ser una estrella de rock and roll. Eso es lo que te hubiera contestado, pero si no preguntas, ¿cómo demonios vas a saberlo? Quería conocer algunas drogas y dormir poco, pasar algún tiempo pensando que mi cuerpo y mi cabeza corrían por caminos distintos. Quería estar solo demasiado tiempo y rodeado de gente demasiado tiempo, quería sentir el dolor extraño al que sólo las estrellas de rock and roll están expuestas y quería explicarlo todo de una manera confusa, aparentemente superficial, pero sincera, algo que sólo pueden apreciar los que han estado enganchados a la cadena de hierro y al azúcar del rock and roll. Una de esas cosas que no puedes agarrar pero pueden darte patadas en el culo. Pero nadie preguntaba, y así fue que por el camino estrecho de la más absoluta incomprensión llegue aquí, o al menos eso es lo que creo. Mi madre me dijo: Chico, olvídate de eso. Bajará Dios del cielo para felicitarme por mi asado antes de que tú seas una estrella. Pero yo seguí a lo mío. Bailando con mi chaqueta roja todas las canciones de moda. Mal alimentado pero bien peinado. Sin esperanzas, sin futuro, pero con mucha clase. Ignorando los jardines y arrojándome de cara contra las ortigas. Bebiendo y subiendo a los ácidos, bajando de las noches de coca como el que se cae de un toro salvaje en un rodeo. Pasándolo bien. Besando a algunas chicas y corriendo después. Más rápido que el autobús del colegio. Más listo que los agentes de bolsa. Tan lejos de ellos como se puede estar. Así que ahora no necesito que nadie me desee suerte. He atado todas vuestras promesas con los cordones de mis zapatos y las he tirado al mar. Es tiempo de celebraciones. Vamos a asistir a algunos cambios. Puedes estar conmigo y deberías estar conmigo porque desde la carretera no vas a ver nada. Voy a pasar tan deprisa que despeinaré a tus hermanos, aunque se hayan encerrado en la despensa. Tengo mi chaqueta roja y la palabra más imbécil en la que puedo pensar es DESTINO. Cree en mí o no creas. O mejor muérete. Estoy haciendo lo que puedo. No esperes que te hable de salvación. Sé lo mismo que tú. ¿No crees que podría ser mejor? Los chicos del otro lado de la ciudad ya lo están cantando. Pronto serás el único que no se sabe la letra. Si alguien se hubiera tomado la molestia de preguntar sabría que siempre he querido ser una estrella de rock and roll.

Héroes, Ray Loriga. 

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