Aunque de cara a los demás parezca que todo es perfecto, al adentrarnos es fácil encontrar caos.
Es necesaria la introspección, la comunicación con uno mismo. Escuchar voces interiores que a veces susurran y a veces gritan. No sentir miedo, no sentir frío. Cicatrizar todas las llagas que no se ven pero también sangran.
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