6 de enero de 2013

Virtuosismo, capacitación y otras cosas del montón.

Dibujo al natural de escultura, Carboncillo
Un día en clase de alemán realizamos un ejercicio sobre las virtudes y talentos. Básicamente consistía en explicar por parejas en el idioma de Goethe qué se te daba realmente bien, qué menos bien y en qué eras un absoluto virtuoso. Y ahí tuve una revelación devastadora: Señoras y señores, soy una persona mediocre. El ejercicio en sí consiguió que dejase el campo del virtuosismo en blanco, mientras que temblorosa escribí “zeichnen” (dibujar) en el de realmente bien, siendo consciente de que estaba mintiendo como una bellaca. Lo paradójico es que todos mis compañeros habían hecho una lista interminable de virtudes de lo más variopinto, desde jugar al fútbol (quién sabe si alguno podría ser competencia de Messi y está infravalorado en un puesto de friega-platos), cocinar, bailar, o la respuesta estrella: “Ich bin sehr sehr gut in sex”, que me espetó un griego sin abuela mientras me guiñaba un ojo.
Lo peor de admitir ante todas esas personas que soy mediocre ya había pasado. Pensé que quizá sería buena idea “salir del armario de la mediocridad” (al fin y al cabo, la expresión procede de tener un esqueleto en el armario y todo el mundo tiene alguno) con mi familia, pero pronto descarté la idea pensando que mi madre me respondería igual que en anteriores salidas (”hija mía, siempre lo he sabido, anda que no tardas en enterarte”).
Probablemente para muchos, esto no sea un shock. Pero yo, ex alumna curtida de escuela de arte donde se fomenta ser el mejor, diferente, creativo e inigualable, dicha afirmación en un principio ha supuesto que dejase de hacer todas las cosas que me gustan por sentirme demasiado mediocre en ellas. Jamás podré compararme a cualquier artista de la historia, por lo que dejo de pintar, dibujar, aparco la reflex, incluso he dejado a medias mi serie de collages, que tanto me divertía. Ya no escribo relatos, poemas, ni básicamente nada que suponga mayor esfuerzo mental que una conversación del skype.


Autorretrato, Collage, 2010
Llegó un día en el que en un trabajo frustrante donde no hago muchas cosas creativas, a pesar de mi mediocres virtudes, necesitaba sacar lo que llevo dentro de algún modo u otro. Añoraba mis dibujos malos, mis versos malos y mis fotografías malas. Ya lo dijo Hermann Hesse:

"Hacer versos malos depara más felicidad que leer los versos más bellos."

Como siempre me han interesado tantos campos, nunca me he dedicado a algo en cuerpo y alma. Así que ahora asumo que soy una persona carente de talentos, pero que sabe hacer medianamente bien montones de cosas. Tras mi primer paso (aceptación) los Reyes Magos me han hecho un regalo que me permita divertirme solo para mí misma. ¿Acaso alguna vez fuimos más libres que cuando de niños coloreábamos un mundo ideal con unas ceras, pinturas, tizas o rotuladores?

Grafitos, lápices acuarelables, pasteles al óleo, block de esbozo, Moleskine clásica y Moleskine para acuarela.

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