Primero fue la pérdida. Después la anestesia, el bloqueo
de las emociones para evitar el dolor. Y más tarde, el descubrimiento
de que ya no había vuelta atrás: con el suicidio de los sentimientos, la
muerte de los sentidos era total.
Diario de golondrina, Amélie Nothomb
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"El Septimo Sello", Ingmar Bergman |
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